Octavio Rodríguez Araujo

Octavio Rodriguez Araujo

Octavio Rodríguez Araujo

Ofrece una mirada crítica lo mismo hacia las instituciones electorales, que hacia los actores del proceso, incluida la izquierda.
Con la experiencia de Octavio Rodríguez Araujo en el análisis político y en la escritura, es un texto muy ameno, a pesar de la aridez de muchos de los temas que aborda.


Martha Singer
Lunes 8 de Octubre de 2012

Agradezco al Dr. Octavio Rodríguez Araujo, profesor emérito de la UNAM y amigo de hace muchos años, la invitación que me hizo a comentar su más reciente libro y a compartir esta mesa en la que participan muy distinguidas personalidades. Igualmente a todos ustedes por estar aquí presentes.

Presentar un libro es contar con la posibilidad de invitar al público a leerlo y también a discutirlo. Además, es la oportunidad de dialogar con el autor y en este caso, no exageraría en decir, con el actor o personaje principal del objeto de esta obra. Desde luego no quiero decir con esto que la preocupación del libro sea Andrés Manuel López Obrador o esté dedicado al estudio y exposición de su trayectoria o de su recorrido como candidato presidencial. Es un libro que como su título enuncia, habla del poder y las elecciones en México. Ciertamente, una preocupación central que se observa a lo largo del libro, es explicar los desequilibrios de la competencia electoral y mostrar los retos que deben atender las izquierdas para acceder al ejercicio del poder y desde ahí reorientar el proyecto de nación.

Tenemos en este libro una obra sencilla que plantea problemas complejos. Como bien dice en la contraportada, "es un libro oportuno en la coyuntura, pero no coyuntural, es polémico pero no sentencioso".

Felicito a Octavio Rodríguez Araujo y a Gibrán Ramírez Reyes por el trabajo que realizaron y el esfuerzo que significó tener listo este libro que también y principalmente habla de las pasadas elecciones presidenciales, apenas a unos días de concluidas y me congratulo también de haberlo leído.

Es un libro que me parece muy útil por muchas razones:

Da testimonio de la trayectoria del sistema de partidos en México y del sistema electoral vigente; va de la caracterización de los partidos en las democracias actuales al desenvolvimiento de los partidos mexicanos y especialmente durante el sexenio de Calderón. Pasa por la crítica a la reforma electoral de 2007-2008 en cuanto a la injerencia del IFE en los procesos internos de la selección de candidatos en los partidos, la regulación de las precampañas, los recursos inequitativos que se otorgan a los partidos y otros aspectos no menos importantes que le sirven al responsable de la obra para analizar con profundidad y seriedad, la más reciente competencia por la presidencia de la República. De este proceso recoge sus más importantes momentos hasta llegar al análisis de la calificación final por parte de la autoridad en la materia, así como de la impugnación de la elección por López Obrador y el resultado de ésta. Ofrece una mirada crítica lo mismo hacia las instituciones electorales, que hacia los actores del proceso, incluida la izquierda, el emergente movimiento #Yo soy 132, el mismo López Obrador y su Movimiento de Regeneración Nacional.

Además es un libro de muy fácil acceso, escrito como se dice en la contraportada, para todo público. Con la experiencia de Octavio Rodríguez Araujo en el análisis político y en la escritura, es un texto muy ameno, a pesar de la aridez de muchos de los temas que aborda.

Voy a platicarles someramente de qué trata la obra y en ocasiones me detendré brevemente, tentada por la advertencia de la misma contraportada, en el debate.

Sobre el título del libro, me parece poco preciso: Me hubiera gustado saber desde ahí hacia dónde se dirigía, aunque ciertamente queda más que claro por la cintilla que lo acompaña, en la que se añade "La imperfecta democracia en el proceso electoral de 2011-2012".

El libro abre discutiendo la inevitable presencia de los partidos y criticando la apuesta a las candidaturas independientes o ciudadanas entre comillas, que no pueden evadir inevitablemente la estructura de apoyo, que quieran o no, implica la organización y logística que brindan las organizaciones que las sustentan y a las que se les llama o identifica como partidos. Coincido plenamente con los argumentos de Rodríguez Araujo, que como responsable de la obra enuncia.

Los partidos son inevitables y la democracia es imperfecta. Pese a ello, las elecciones son la forma inevitable en que los ciudadanos delegan su soberanía; premian o castigan a sus gobernantes y a los partidos que los postularon a los cargos de representación.

También en el primer capítulo discute el mito de que la democracia ha sido suplantada por la partidocracia, y de que el corrimiento de los partidos al centro político expone su situación de crisis o en el mejor de los casos su incongruencia ideológica. Respecto a la partidocracia, argumenta que quienes emplean este término olvidan que los partidos son organizaciones de la sociedad, son parte de ella; por ello no es correcto distinguir entre ciudadanía y partidos y hasta oponer estos términos. Aquí, sin embargo, cabe señalar que muchas veces al hacerlo, de lo que se trata es de distinguir quien toma las decisiones, o de otro modo, a las cúpulas de los partidos frente al resto de los ciudadanos a los que se excluye de su participación en esos procesos, suponiendo o justificando que efectivamente los ciudadanos están representados por tales grupos. Respecto a lo segundo, expone sencillamente que el corrimiento al centro tiene como explicación la necesidad de los partidos de ser competitivos, más incluyentes y alcanzar un mayor número de electores. Aprovecha ahí para desarrollar en su argumentación, que el elector es más sensible a los sentimientos que a la razón, por lo cual sí es posible considerar que los mensajes que apelan a esos sentimientos, especialmente la propaganda electoral, sean efectivos.

A continuación explica como el viraje al centro, más la obligación de atender los preceptos legales y la propia historia política, han desideologizado a los partidos que hoy existen. Así, la competencia depende más del liderazgo de los candidatos que de la ideología del partido. La competencia política se muestra entonces como una en que se contraponen el liderazgo auténtico vs. el liderazgo creado artificialmente. Aquí vale la pena regresar al multicitado texto de Panebianco en el que apela a definir a los partidos como lo que son y no como lo que quisiéramos que fueran.

Luego muestra la tendencia que ha seguido la abstención electoral desde 1964. Cuando no hubo competencia para el PRI, explica, la abstención operó como deslegitimación, o castigo para ese partido. Desde que el sistema electoral y partidario es competitivo, esto ya no funciona de la misma manera y ha dejado de servir como crítica o descalificación de los procesos electorales. También en este apartado discute por qué el voto nulo no ha permitido expresar el descontento con el sistema de partidos ni con el sistema político. En este sentido concluye entre otras cosas, que el abstencionismo y el voto nulo benefician a quienes ya tienen el poder o tienen más posibilidades de obtenerlo y termina por afectar poniendo en juego el registro de los partidos pequeños. Con esos argumentos apunta la importancia de contar con partidos fuertes y votantes libres que ejerzan su deber.

Pasa luego a explicar y defender por qué sirve el voto útil. Tema por demás polémico. ¿Cuánto pudo haber pesado el voto útil en la elección que ganó Vicente Fox? A pesar de las críticas que en el capítulo 2, y en otros momentos del libro hace Rodríguez Araujo a las insólitas alianzas PRD-PAN durante los últimos años, pareciera que tras éstas se encuentran los mismos argumentos del razonamiento del voto útil que defiende Octavio Rodríguez Araujo. Efectivamente han sacado del gobierno a los priistas, por ejemplo en Oaxaca, para lograr la alternancia por primera vez después de 80 años. Pero en los mismos términos de la crítica que Rodríguez Araujo hace a las alianzas del PRD con el PAN durante el gobierno de Calderón, podemos preguntarnos ¿qué ganó la izquierda o las izquierdas con el voto útil a favor de Fox en 2000, cuando se trataba de más de lo mismo?

En el segundo capítulo recorre algunos aspectos de la vida partidista entre 2006 y 2012, no sin antes presentar una pincelada de los partidos que han existido en México entre 1991 y 2012 y de los juegos de alianzas en que han entrado. Se detiene en el sexenio de Calderón, para explicar el reacomodo de los partidos en ese sexenio y poner los antecedentes de quienes resultaran candidatos a la presidencia en las recientes elecciones.

Cuando se pregunta ¿y por qué Peña Nieto?, argumenta que en los triunfos del PRI durante la gestión de Beatriz Paredes, la influencia de Peña fue muy reducida y que no fue decisiva, no obstante reconoce la importancia de Fuerza Mexiquense desde 2007 como mecanismo de apoyo logístico y de recursos a distintos procesos electorales. En lo personal, considero que este instrumento si funcionó para apuntalar el liderazgo o el peso de Peña sobre los nuevos gobernadores que resultaron triunfadores en sus procesos electorales, brindándole ventaja sobre otros grupos poderosos dentro del priismo, como es el caso del que encabeza Manlio Fabio Beltrones. También sirvió como instrumento de la tan criticada compra y coacción del voto. Además, los compromisos adquiridos por Peña con los gobernadores le permitieron contar con una fuerte base de apoyo a su campaña presidencial.

En ese apartado se hecha de menos algún análisis que refiera a la separación de Nueva Alianza de la coalición encabezada por el PRI. Rodríguez Araujo señala que "el mexiquense es más cercano al PVEM que al Panal, razón por la cual, en parte se separó de la coalición". Yo considero que más bien los términos del reparto de candidaturas para diputados y senadores no convencieron al Panal y que más le convenía mantenerse como partido o negocio independiente, para desde ahí pactar su apoyo, sin romper con el PRI, como se ha visto en diversas ocasiones y recientemente en su desempeño legislativo.

Después de revisar el proceso de la selección de Josefina Vázquez Mota como candidata panista, su perfil, su relación con el PAN, con Calderón y con grupos empresariales, pasa a examinar la tensa, conflictiva y compleja relación que AMLO ha tenido desde la elección de 2006 y aún desde antes, con el PRD y luego su relación con los otros partidos del Movimiento Progresista.

Al análisis de las izquierdas, dedica en extenso su exposición de las corrientes o fracciones del PRD, la recomposición de fuerzas al interior de éste, así como a las tensiones de la convivencia y alejamiento de AMLO con la fracción dominante, Nueva Izquierda. Este apartado deja un detallado testimonio del recorrido de las izquierdas en el periodo. Aquí también se ocupa de exponer su posición crítica respecto a Marcelo Ebrard, destacando la presencia de los dos liderazgos irreconciliables, con bases de apoyo claramente distintas, que habrán de marcar el futuro inmediato de las izquierdas mexicanas.

El capítulo 3 está dedicado a discutir la reforma electoral de 2007-2008 en términos de la desatinada regulación de las precampañas, el financiamiento de los partidos y el costo de los procesos electorales. Destaca en la argumentación, entre otros, dos problemas fundamentales: el primero se refiere a la inequidad en los recursos. El segundo, a los obstáculos legales para la actividad proselitista de precandidatos incluyendo el periodo de intercampañas, especialmente para precandidatos únicos frente a precandidatos que se encuentran en medio del proceso de selección interna de los partidos y que muchas veces pueden incluir a la ciudadanía, lo que en particular, en la elección de 2012, benefició al PAN y sacó temporalmente a AMLO y a Peña de la escena. Especialmente lesivo para AMLO dice ORA, porque a diferencia de Peña, debía remontar el tercer lugar en que lo colocaban las encuestas y remontar el discurso negativo usado durante años en su contra.

Sobre las encuestas tratadas en el capítulo 4º. expone su papel como inductoras del voto, e instrumentos de propaganda, Al respecto, se podría plantear como hipótesis que en este proceso electoral fueron el gran negocio que sustituyó la compra -ahora prohibida- de espacio en medios por los partidos; en este sentido, convendría que se fiscalizara el dinero que gastaron los partidos en ellas, especialmente el PRI.

El capítulo 5º. es un minucioso relato de las campañas que se movieron fundamentalmente en dos ejes, el primero caracterizado por la confrontación y descalificaciones entre el PAN y el PRI, y el segundo, marcado por la estrategia antilopezobradorista del PRI y del PAN ante el crecimiento que las propias encuestas observaban y que ubicaron al candidato del Movimiento Progresista en segundo lugar en las preferencias electorales. También dedica una sección al análisis de las propuestas de campaña y otra a la reflexión crítica de la acción de Morena.

En este recuento, también destaca Rodríguez Araujo la ausencia de incertidumbre en el proceso electoral -como sería de esperarse en condiciones democráticas-, así como la emergencia del diverso movimiento #Yo soy 132 como uno que teniendo un carácter declarado no partidista, mostraría la decisión de los estudiantes a participar activamente, bajo la bandera aglutinante de democratizar a los medios masivos de comunicación y con una segunda demanda, objeto de divisiones internas, referente a la negativa de aceptar el triunfo de Peña Nieto.

Considero un tanto forzado el argumento presentado que ve coincidencias entre este movimiento y la campaña de AMLO, si acaso estas coincidencias se han mostrado en las manifestaciones antipeñistas o contra el fallo del Tribunal Electoral. En el periodo de campañas sin embargo, no se vio un movimiento que se sumara a la causa lopezobradorista.

En el capítulo sexto, aborda los resultados electorales. Recuerda la larga historia del fraude electoral y vuelve a poner sobre la mesa del debate la existencia de lo que llama el fraude cibernético usado en 2006. A diferencia de éste señala, en 2012 lo que se empleó fue el fraude a la antigüita. Pero mas allá de discutir la existencia de fraude cibernético, me pregunto si el fraude a la antigüita alguna vez ha dejado de usarse y sobre todo, cómo es que se puede evitar, probar su existencia y sobre todo castigar oportunamente.

De las impugnaciones y la certeza de que no hubo elecciones conforme lo marca el texto constitucional, con libertad de sufragio, autenticidad del voto, así como condiciones democráticas y equitativas del proceso y la competencia, se ocupa en el último capítulo.

En sus observaciones finales no deja de apuntar que el Tribunal Electoral no cumplió con su función y nuevamente dejó sembrada la duda sobre la calidad de las elecciones. Igualmente concluye lo que muchos compartimos: más que una elección lo que ocurrió nuevamente fue una imposición. ¿Qué hace falta, se pregunta? Y responde: un gran y sólido partido de las izquierdas. Sin embargo, es más que evidente, esta tarea no parece sencilla.

Espero con estas reflexiones haber despertado el interés de ustedes de mirar de cerca este libro, esto es, de leerlo, a lo que precisamente los invito.

Felicidades a Octavio Rodríguez Araujo y a su colaborador, Gibrán Ramírez Reyes por este libro de obligada consulta tanto por especialistas como por interesados en el tema.

Muchas gracias.

Martha Singer

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