Octavio Rodríguez Araujo

Octavio Rodriguez Araujo

Angélica Vázquez Cuellar

En este tema, Octavio refleja no solo su formación de politólogo sino el conocimiento que tiene de los partidos en México.

Angélica Vázquez. Cuellar
Lunes 8 de Octubre de 2012

El libro que presentamos hoy es una reflexión sobre diversos temas, todos ellos de relevancia. Podríamos destacar el análisis que se hace de los partidos políticos como parte indisociable de una sociedad que se quiera asumir como democrática. Me llamó la atención la defensa que el autor hace de los mismos. Estoy de acuerdo que en las democracias y más aun en las que se ponen el adjetivo de modernas, éstos son necesarios, indispensables. En este tema, Octavio refleja no solo su formación de politólogo sino el conocimiento que tiene de los partidos en México. Desde la Ciencia Política, la democracia ha sido muy estudiada. Las formas de las democracias, las formas de los gobiernos, las formas de los estados, las formas de vincular la ciudadanía con el poder.

Esta parte del libro me parece que está bien armada, con conocimiento del piso que se conoce de hace ya algunas décadas.

El autor también analiza las precampañas, los procesos internos de los partidos políticos para designar (elegir) a sus candidatos, sobre las biografías políticas y personales de los candidatos, también hay un exhaustivo análisis, igualmente arropado con gran cantidad de información sobre las encuestas y el papel que jugaron los medios de comunicación.

El libro es una radiografía que hay que leer con cuidado de lo que pasó, mejor, de lo que nos pasó en esta pasada elección de julio del 2012.

Pero mi comentario, lleno de cariño y admiración por cierto, irá desde la Sociología, mi disciplina. Las reglas de la democracia pueden estar bien definidas, bien reglamentadas, bien acotadas.sobre el tema también existe amplia bibliografía. El problema es que los partidos como cualquier otra institución, está formada por seres humanos portadores de valores, de códigos, de cultura.

¿Cómo podemos saber y analizar porque las reglas pueden convertirse en simulación y las normas acotadas pueden ancharse o estrecharse al capricho del poder? ¿Por qué no sabemos o no podemos exigir como ciudadanos que esas instituciones, que esas reglas, que esas normas realmente sean un horizonte de certidumbre para el ciudadano.Por qué la ley siempre ha sido usada por el poder? En la historia reciente de México tenemos muchos ejemplos.

El texto de Octavio nos obliga a pensar que no es un problema de las reglas, de las normas, incluso de la ley, es un problema de la forma en que las reglas y las normas y la ley pueden ser utilizadas.

Nadie duda en este país de los poderes fácticos. Nadie puede poner en duda que tanto Televisa y TV Azteca son poderes fácticos que actúan como tales y que pueden violentar las reglas, las normas y la ley, mi pregunta a Octavio es ¿por qué? ¿Por qué permitimos que las instituciones sean utilizadas negando en este proceso su esencia de servir de escenarios de certidumbre donde los privilegios y el poder no tengan lugar? No tenemos una sociedad organizada que llame a cuentas al poder. En este punto, el divorcio que existe entre los partidos políticos y los ciudadanos es inmenso. En los partidos hemos visto de todo ... da pena ajena. Pero hemos visto eso porque nuestro proceso de construcción de ciudadanía es muy primario.

El problema creo yo, es que hay una sociedad atrapada en la certidumbre de la incertidumbre, o como lo dice Octavio, la certidumbre antidemocrática. Nos desenvolvemos entonces con códigos que no abonan a la construcción ciudadana, a la exigencia a los gobernantes de ser transparentes y de entregar cuentas. ¿Por qué? En sociedades parecidas, como en Brasil, vimos como un Collor de Melo producto de la Red O Globo, (la televisa brasileira) fue obligado a dejar el poder cuando se le comprobaron delitos de corrupción.

Para la campaña del 2012, se rompieron muchos límites. Los poderes facticos, sobre todo los medios de comunicación, actuaron con cinismo y descaro. Las instituciones obligadas a crear la certidumbre en el proceso electoral, creo que hicieron todo lo contrario. El IFE no salió de un discurso gris y autocomplaciente. El IFE tuvo la oportunidad histórica de hacer una investigación seria y a fondo de todas las denuncias de irregularidades que se le presentaron. Si el excederse en el dinero autorizado por el IFE para financiar las campañas electorales no es condición para que se anulen las elecciones ¿Por qué no se investigó la procedencia de ese dinero? Hizo mayor investigación sobre las tarjetas Monex la periodista Carmen Aristegui que el IFE y que el Tribunal Electoral... ¿en dónde está el punto de quiebre?

Seis años antes, la sentencia del Tribunal Electoral que dio el triunfo a Felipe Calderón solamente desde el punto de vista de la argumentación jurídica, está plagada de inconsistencias, esto esta estudiado y documentado. ¿Quién pidió cuentas a los magistrados? El letargo cómplice de las instituciones hacen imposible que las impugnaciones, los alegatos y la rendición de cuentas se den en los momentos políticos clave. Años después, los académicos nos damos a la tarea de hacer el análisis de dejar documento en libros y artículos. Pero el problema sigue ahí, no hay contrapesos aunque existen leyes. No hay una cultura de rendición de cuentas, la calidad de nuestra democracia es bastante mala por decirlo suave.

La radiografía que presenta Octavio es terriblemente cruda. Lo dice en las últimas palabras de su libro, el problema no es si las leyes son buenas o malas, si dejan rendijas para que se cuelen expertos para burlarlas. El problema, nos dice es quizá una cultura política. Yo ampliaría el concepto de cultura política y hablaría de un hábitus, de la forma en que actuamos, decidimos, decimos

El libro nos deja perfectamente claro que el problema muchas veces no es el diseño institucional, el problema es la operación de esas instituciones, es la forma en que se corrompen y dejan en el camino su papel como tales como instituciones que deben acotar los intereses personales y de grupos

En el 2012, la chispa la prendió el movimiento #Yo soy 132 que se manifestó demandando apertura y democracia a los medios y cuestionando la figura de Peña producto de los mismos medios. Una de sus frases, pinta al movimiento al menos en el principio cuando en la IBERO los estudiantes acorralaron a Peña con el doloroso caso ATENCO y que Peña respondió de manera no solo autoritaria sino además escondiendo la verdad . Los estudiantes de escuelas privadas y públicas, cobraría identidad y acuña un hermoso lema: La conciencia no es de clase, es de causa.

Después del 2006, la apuesta de la izquierda encabezada por AMLO le apostó a la organización de la sociedad, MORENA. Ahora la pregunta es obvia ¿podrá MORENA como partido político abonar por una cultura ciudadana, de contrapesos al poder, por una cultura de rendición de cuentas y de de transparencia? ¿Es posible construir liderazgos menos autoritarios y abonar desde abajo por una cultura de mayor igualdad? Esta pregunta no es para Octavio, esta pregunta es para todos los que pensamos un México diferente.

Por último quiero felicitar a Octavio y a Gibrán por este esfuerzo meticuloso para dejarnos un testimonio de la aberrante inequidad de las elecciones de 2012.

Muchas gracias

Angélica Cuéllar V.

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