Octavio Rodríguez Araujo

Octavio Rodriguez Araujo

Octavio Rodríguez Araujo

¿Cómo es la factura literaria de Entre pasiones y extravíos? Mi experiencia de lectura estuvo muy bien pulida y deslizante: la leí completa a lo largo de un día. Y eso es un gran mérito, no mío sino de su escritura.

Eduardo Casar
Abril de 2012

Estructuralmente tiene una característica muy interesante y es la personalidad del narrador. ¿Quién narra?, es un narrador plenamente clásico, en tercera persona, él hizo, ellos hicieron, ella pensaba, pero creo que el que narra es Octavio Rodríguez Araujo.
Inevitablemente sociológico y con opiniones firmes sobre el contexto de sus personajes. Me recordó al Roberto Arlt de Los siete locos, que se enoja al pie de página con algo que hacen sus personajes y se mete y los regaña"eso pensaba él, no debió haberlo hecho, pero ya verá lo que le sucede".
Rodríguez Araujo no se enoja, simplemente dice: "Todo ha sido contaminado por la epidemia antitabaco, especialmente Nueva York, aunque existen, como en los tiempos de la prohibición, bares semiclandestinos donde se puede fumar y beber con autorización de sus dueños; se llaman Smokeasies. Toda tradición se pierde con el tiempo, por las modas y por el autoritarismo de los gobernantes. No deja de ser una lástima" (46).
O esta, muy cierta, sobre los parisinos: "Es curioso cómo se encuentra uno a gente conocida en las grandes ciudades, sobre todo en los sitios turísticos que, dicho sea de paso, los parisinos se niegan a dejarlos totalmente a los extranjeros; los comparten, sí, pero no siempre de buena gana, pues los turistas que visitan la ciudad anualmente rebasan los 25 millones por año en la actualidad, siendo que su población es de 2.2 millones de habitantes y la del área metropolitana de 11.5 millones. Quizá por esto es que los parisinos no son muy amables" (118).
Hay algunas de estas opiniones dichas sean de paso que el narrador comparte con sus personajes: Santiago "Sabía igualmente, que en los bancos sólo obtienen préstamos sustanciosos quienes no los necesitan. A los pobres nadie les presta nada; a lo más les dan crédito con intereses altísimos en ciertas tiendas que se dicen, sin serlo realmente, populares" (223).
Pero hay otras opiniones que obedecen, sin duda, al pesimismo casi ontológico del autor de la novela: "Ningún gobierno, y menos tan corrupto como el mexicano, hace todo lo que debe hacer para de veras mejorar la situación de una nación, de todos sus habitantes y no sólo de unos cuantos" (123).
Se trata de derivaciones reflexivas, que van acompañando y desarrollando a las acciones y los sucesos, como en las novelas de Kundera, que de pronto, o de entrada, se medioensayizan. Así es, por ejemplo, mi novela favorita de Kundera, la de La inmortalidad.
Cuando los que hemos publicado más poesía que otra cosa nos metemos a hacer una novela todos ven los rasgos poéticos de nuestra narrativa; cuando las cantantes escriben novelas todos se fijan mucho en la entonación; cuando los abogados publican novelas, como, por ejemplo Sombras de aquellos sueños, de Enrique Fernández Castelló, los lectores persiguen la justa jurisprudencia de los alegatos amorosos.
Lo interesante y lo emocionante es por qué ahora muchos escriben novelas aunque no sean escritores que empezaron con ese género a los 20 años. Por qué Fernández Castelló, o Alma Velasco, o yo, o Rodríguez Araujo
Tal vez ahora muchos más escriben novelas por reveldía, así, con v chica; así: de revelación. Porque la novela es uno de los más complejos instrumentos que ha inventado el hombre para explorar y expresar quién es y en qué se está transformando.
Los poderes narrativos del lenguaje son sorprendentes primero que nadie para quién los convoca y los produce. El lenguaje usado literariamente, con sus ritmos y sus sombras figurativas, sus metáforas y sus lógicas y su capacidad rememorativa, abre pasajes secretos en nosotros mismos, y en los demás, que de otra manera permanecerían inaccesibles. Que de otra manera nunca podrían ni empezar ni acabar de nacer.
Felicitémonos todos porque Rodríguez Araujo se haya metido entre pasiones y extravíos.

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